sábado, 31 de enero de 2015

La justicia desde el corazón: en homenaje a Concepción Arenal.

Algunos dicen que las casualidades no existen, y probablemente sea verdad, pero a veces coinciden ciertas circunstancias que me hacen pensar que se da una convergencia de elementos que nos sorprende e inspira.

Hace unos días recibí un paquete con libros que había pedido pero no había tenido ocasión de abrir por estar muy ocupada con mi trabajo (preparar clases, grupo de trabajo y curso online sobre proyecto lingüístico de centro) y mi voluntariado (tarde del miércoles en la tienda de comercio justo de Oxfam-intermón (OI) en Granada, preparación de una presentación para una mesa redonda la tarde del jueve sobre la labor de cooperación y compercio justo de OI, organizada en Atarfe con motivo del Día Escolar de la Paz por una persona admirable Juan de Dios Fernández, pedagogo y orientador, capaz de dinamizar actividades educativas y ciudadana comunes en toda la localidad, donde se ha trabajado sobre la figura de una extraordinaria mujer africana, Wangari Mathai, Premio Nobel de la Paz y creadora del movimiento Green Belt). Al abrirlo hoy, me doy cuenta de esa serie de casualidades que me han llevado a escribir esta entrada.

La preparción de mi intervención sobre colaboración y comercio justo de OI, especialmente en África; la presentación de dos grupos de alumnado de la figura de Wangari Mathai; los libros pedidos (La economía humanista, de J.L.Sampedro; La economía del bien común, de C. Felber; En defensa de la felicidad del biólogo molecular francés y monje budista M. Ricard); la concentración en Madrid de Podemos -partido surgido de los campamentos de indignados del 25 de mayo- y, finalmente, la conmemoración del 195 aniversario del nacimiento de la gran humanista Concepción Arenal, gratamente recordado por el 'doodle' del día, todas estas circunstancias han convergido para hacerme reflexionar sobre algo que Dña. Concepción Arenal ya señalaba hace casi dos siglos: que hay siempre alternativa, que otro modelo económico y social es necesario, que cuando se reconoce el verdadero valor de  la persona y se piensa desde el corazón, las emociones, la generosidad, la compasión, la solidaridad,  entonces se ve como absolutamente imprescindible la justicia, el bien común y la equidad. Grandes valores que hacen progresar nuestras sociedade en la única dirección verdaderamente humana, en el sentido más alto del término.